El último acorde de la guitarra inundó todo el teatro. Nadie aplaudió, como era de esperarse, y el silencio que se generó fue incómodo y muy largo para los miembros de la banda. Con su guitarra todavía al hombro, Sasha tenía los cabellos negros despeinados, pero pegados a la frente por su sudor. Miró de reojo a Ángel y Fausto, miembros junto a él de la banda La Ley, intentado descubrir a ver qué les había parecido a ellos lo que acababan de hacer. Para Ángel aquello era sólo un juego, así que se veía despreocupado como siempre. Por otro lado, Fausto parecía satisfecho, así que Sasha se quedó más tranquilo.
La pregunta que no abandonaba la mente de Sasha en aquel momento era “¿qué va a suceder?”. Pensaba que debía estar contento, que había logrado durar hasta el final de aquella competición de bandas. Pero no era suficiente para él. Ya se había cansado de ser invisible. Quería que su banda llegara lejos, por lo tanto rezó sus últimas plegarias y esperó el veredicto del jurado.
Las tres personas encargadas de determinar el futuro de alguna de las dos bandas se veían frías e impasibles. Le pidieron a los tres muchachos que salieran a esperar afuera, mientras ellos terminaban de deliberar y decidían que bandas se coronaría como ganadora de aquel certamen. Agradeciendo por la oportunidad que se les había ofrecido.
Cuando salieron de la sala de teatro se encontraron frente a frente con la otra banda, La Trampa, que también estaba esperando el veredicto del jurado. Ambas bandas se conocían de antes y aquel día estaban compitiendo. Los ojos de Mariam le indicaron al instante que ella todavía no lo había perdonado y correría verdadero peligro si se le acercaba. Así que para evitar una guerra innecesaria saludo con la mirada a la Santa Rosa, que chica más buena que ella no podía existir, y a Soledad, las otras dos integrantes de la banda.
El tiempo no pasaba y parecía que al jurado le iba llevar una eternidad decidir cuál sería la banda ganadora. Aquello parecía una bomba de tiempo, Mariam miraba a Sasha cada vez más enfadada y ahí estaba él, sintiendo cosas que no podía explicar. Se acordó de aquel verano, en el que los dos parecían estar en el paraíso, delirando de felicidad, amor y fe.
Pero como toda buena droga, había llegado el momento en que fue demasiado, se fue el amor dándole lugar al desencanto y a los vagos recuerdos de un tiempo mejor. Había llegado el momento del adiós, de despedida. Sasha se había cansado de esa dura etapa donde la pareja ve que no va más, pero siguen siendo todo besos y silencios. Quería acabar con aquella maldición.
Mientras Miram lo seguía mirando como si fuera un animal, delirando de enojo, él pensó que en un mundo ideal, todo sería como en el Hotel Malibú, donde habían estado viviendo por un mes. A veces pensaba que hubiera habido esperanza para ellos, pero sabía que eran solo ideales y que lo de los dos estaba destinado a la decadencia.
-En un momento de mi vida hubiera dado lo que sea por verte feliz –dijo Mriam haciendo sonar los acordes de su guitarra –Ahora sólo te deseó dulces tormentos – tanto sus compañeras de banda como los de Sasha silbaron y aplaudieron.
Sin dudarlo, Sasha se puso la guitarra al hombro y se preparó para contestar. Sabía que aquello podía ser un arma de doble filo, que no era sólo decir canciones al viento, sino que se podían decir cosas que fueran muy duras y se convirtiera en una situación irreversible. Pero le habían propuesto aquel juego, así que debía jugar.
-Me pase años buscándote, así que ahora ven y sígueme, espina feroz –dijo Sasha rascando su guitara –Hay algo allá afuera, esperando por nosotros, en tanta ciudad, algo tiene que haber.
-Yo sé quién soy, con mis vendas en el corazón, ya no creo en tus mentiras. Los sueños se acabaron, así como la historia de nosotros dos. Ahora que soplan vientos del sur, es hora de escaparle al mundo.
Una sonrisa se empezaba a formar en la cara de Mariam, que volvía a verlo como un hombre. Era posible, que aquel ritual, al final, le trajera un poco de paz y hasta que pudiera producirle placer compartir un escenario algún día con él. Estaban en pleno duelo de canciones, cuando salió un jurado a llamar a Sasha, Mariam y los demás. Había llegado el momento de la verdad.
Sasha entró en la habitación tarareando para si la canción del parque, que era muy buena ahuyentando el miedo. Aquel momento podía marcar un antes y un después en su banda, en su vida. Estaba nervioso y no podía negarlo. La mordida que se hizo en el labio ocasionó que un pequeño hilo de sangre le bajara por la brabilla.
-Sabemos que estos momentos son muy duros y de gran nerviosismo, así que sin más vamos a darles el veredicto -dijo uno de los jueces -Nos gusta ser tejedores de ilusión, dar oportunidades y creemos que ambas bandas don dignas de formar parte de nuestra compañía, por lo tanto les informamos que Krazyworld producciones tiene el agrado de informarles que firmará contrato con ambas bandas.
Los músicos de ambas agrupaciones se abrazaron emocionados entre ellos. Aquel era un día único en sus vidas. Luego se abrazaron entre todos y decidieron salir a festejar juntos. Así fue la forma en que se hizo, hecha La Ley, hecha la Trampa.