Las leyes de Freaks

¡ADVERTENCIA! Este cuento es la continuación de otro. Sugerimos comenzar la lectura por el Capítulo I:Arpías

Cada casa, cada edificio o espacio donde conviva gente tiene sus reglas. Normas de convivencia que se deben seguir para que nadie se sienta incomodo y evitar los malos entendidos. En el edificio Freak las leyes de la casa eran las que imponía Margot. Como matrona del lugar, cuando llegaba un huésped nuevo, ella se encargaba de entregárselas todas impresas y en letra grande para que no hubiera dudas.

Nada que fuera contra la ley estaba teóricamente permitido. La realidad era que las paredes del edificio habíamos sido testigo dé diversas actividades prohibidas por Margot. Incluso ellas sabia que bajo nuestros techos se llevaban a cabo acciones que no permitía, pero cuando la situación no era grave, elegía mirar para otro lado.

En el pasado hubo ocasiones en las que vimos a algún miembro del edificio ser expulsado de forma forzosa e irreversible por la jefa absoluta del edificio. Ocurrió en circunstancias muy específicas, donde Margot sintió que no tenía más remedio que echarlos, antes que la fruta podrida pudriera todo el canasto.
Aquella tarde de viernes Margot sentía que estaba otra vez ante una situación delicada. Sabía que en ese momento estaba pasando algo extraño en el edificio. No era fácil determinar exactamente lo qué, más cuando todos actuaban de forma continua de manera sospechosa, ocultando su verdadera naturaleza.
Y por esa razón era que aquel día Gastón estaba sentado delante de ella, al otro lado de la mesa, tomando el té con unas galletas que había hecho Mariana. Margot miraba con desconfianza al vampiro que daba pequeños sorbos a su tasa cuya porcelana blanca combinaba a la perfección con la palidez de su tez.

-Gastón, ¿tuviste oportunidad de leer las normas de convivencia del edificio? -preguntó Margot que en aquel momento tenía frente a ella un fajo de papeles impresos.

-Por supuesto -dijo Gastón dejando su tasa sobre la mesa con una gracia y diplomacia que ponían a Margot nerviosa -No bien me mudé al edificio.
-Así me gusta-dijo Margot fingiendo que buscaba entre sus hojas una que en verdad sabía muy bien donde estaba -Me imagino que estás bien familiarizado con la sección 10 del artículo 25, ¿verdad?

-¿Dónde dice que todo aquel habitante del edificio que sea miembro de una organización que lleve adelante actividades ilegales será expulsado de forma automática? -preguntó el vampiro mordiendo una galleta con la sensualidad que lo caracterizaba -Claro que estoy familiarizado.

La calma y frialdad con la que Gastón se manejaba hacían que Margot se sintiera desconfiada e incómoda. Sabía que los de su gremio habían tenido problemas con él por ser violento y peligroso. Temía que no hubiera aprendido la lección al ser echado.

-En fin, cambiando de tema -dijo la casera después de dar un profundo trago a su té que estaba condimentado con un buen chorro de whisky-¿Leíste algo en los periódicos acerca de la banda de mafiosos que está vendiendo armas en el barrio?

-Un cambio de tema muy sutil -comentó Gastón dejando el trozo de galleta que no había comido sobre su platito -Margot, ­¿no estrás insinuando que yo tengo algo que ver con eso?

-Sí Gastón, es lo que creo -dijo Margot comenzando a soltarle a su inquilino un discurso acerca de como ese tipo de asociaciones no era correcta y no estaba bien vista en su edificio.

Aunque Gastón hubiera estado interesado en escuchar lo que la mujer le estaba diciendo, igual le hubiera sido imposible hacerlo, porque en aquel momento vio, que en el corredor del pasillo, justo en la venta que estaba detrás de la cabeza de Margot, estaba Clara. El vampiro no podía distinguir ni lograba comprender que era lo que la bruja estaba intentando hacer. Temía que nada bueno.

Cuando la ventana se comenzó a abrir desde fuera y sin hacer ruido, Gastón comprendió que sus miedos estaban bien fundados. Rápida y con un golpe certero, Clara lanzó algún tipo de polvos sobre la cabeza de Margot, volvió a cerrar la ventana y se alejó de allí.

-¿Qué te estaba diciendo? -preguntó Margot confundida, agitando la cabeza.

-Me estabas diciendo que querías cambiar el máximo de alcohol que está permitido digerir -respondió Gastón de forma atropellada. Se imaginó lo que Clara había hecho -Todos sabemos que nadie lo cumple.

-¡Ah! Sí, claro, eso. Me vas a tener que disculpar Gastón, me duele un poco la cabeza -dijo Margot poniéndose de pie -Mañana seguimos.

Una vez en el patio Gastón se encontró con Clara que seguía dando vueltas por allí, nerviosa.

-¿Sospecha algo? -preguntó Clara pegándose al vampiro -Ese pequeño confunde memoria va a ayudar, pero no por mucho tiempo.

-Tiene ideas, erradas, pero ideas al fin -dijo Gastón mientras se alejaban de la casa de Margot por el corredor -Lo que hiciste es muy arriesgado, espero que nos dé el tiempo necesario para salir de esta.

-Lo sé, pero estamos tan cerca, no podemos permitir que Margot lo arruine ahora -dijo Clara a modo de despedida -No cuando estamos tan cerca.

Todos los componentes de aquel edificio, sus paredes, techos, suelos y ventanas sabíamos en que andaban ellos dos y el hombre del parche. Conocíamos los secretos de todos, los más profundos deseos y las acciones más viles. No hay ningún misterio para nosotros, los viejos ladrillos, las antiguas cerraduras y descascaradas paredes, ni nada que no hayamos visto. Lo único que no tenemos forma de determinar es como van a lograr Clara, Gastón y Rodrigo salir del lío en el que se metieron.

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