El corazón de la casa

casa pequeñaSe había enamorado de ella la primera vez que la vio. Su túnica azul noche profunda se había ondulado con el viento y eso era todo lo que había bastado para que él cayera a sus pies. Era menuda, no muy alta, pero tenía un aire especial. Aquel día acompañaba a sus padres y hermanos a misa cuando Jack la vio entre la multitud. Ahora, mientras colocaba los cimientos de la casa para los dos, aquel recuerdo lo motivaba.

Ella era una mujer única, diferente y especial y él había caído enamorado de ella a primera vista. No era el estereotipo de belleza que solía encandilar a todo tipo de hombre, muchos decían que tenía algún kilo de más, pero eso a él no le importaba en lo más mínimo. A sus ojos era la mujer perfecta y aquel día estaba haciendo aquello sólo para hacerla feliz.

Aquel no era un trabajo fácil, ni para Ja que había aprendido el oficio de de constructor desde los ocho años. Tenía perfecto control de los materiales, sabía que utilizar y como mezclarlo para que todo quedara a la perfección. Pero aquella no era una construcción cualquiera, no era un establo para un granjero, ni una casa corriente, aquella sería su casa y la de su amada Mariane.

A Gloria, que así se llamaba la mujer que había ganado el corazón de Alfredo, le encantaba la historia y el arte. Estaba seguro que aquella había sido la razón principal por la que habían congeniado tan bien en aquel cocktail en la galería de arte cinco años atrás. Su trabajo de arqueólogo lo había ayudado a seducir a la mujer desde el primer momento.

El padre de Mariane había aceptado darle la mano de esta en matrimonio a Jack unos meses atrás. Desde ese entonces el constructor había tenido claro que su prioridad número uno era ofrecerle a su futura esposa un lugar donde vivir. Una vez que tuvo el lugar perfecto, había llegado el momento de empezar la construcción.

Después de cinco años con Gloria, donde la vida de ambos se había ido estabilizando y fueron creciendo como pareja, había llegado el momento de dar un paso adelante. Llevaban viviendo juntos ya dos años y medio, por lo que Alfredo llegó a la conclusión de que era momento de pedirle a Gloria que se casara con él.

Ahora que ya tenía el lugar donde vivir y había programado como sería la casa, llegó el momento de que Jack comprara todos los materiales para construir su bella casa. Le hubiera gustado tener más dinero para poder invertir en su hogar, pero si bien tenía mucho trabajo como constructor, tampoco era rico. Hacía lo que podía.

Para pedirle matrimonio a Gloria, Alfredo quería hacer algo especial. No le entusiasmaba la idea de comprar un anillo cualquiera. Quería hacer algo que tuviera un significado especial para la pareja. Sabía que lo que hacía era un movida arriesgada porque no tenía ninguna garantía de que fuera a tener éxito, aún así consideraba que valía la pena intentarlo por Gloria, sino ya buscaría otra forma de proponerle casamiento.

Era por el tema económico que no había podido comprar el material que quería para construir su casa. Le hubiera gustado poder hacerla todo de cal, pero era demasiado cara, así que se había tenido que conformar con comprar también arena para poder completar la construcción. No era tan buena como la cal, pero ayudaba con la construcción y era mucho más barata.

Un amplio estudio de la época medieval y un diario que había comprado una vez de casualidad en una tienda de antigüedades le hacía creer que aquellos restos de casa muy antiguos y considerados de poco valor arquitectónico escondían en verdad un secreto. Era una corazonada nada más, pero si resultaba ser cierta, tendría solucionado el tema de la proposición a Gloria. Por eso había comprar el lugar donde estaban aquellos restos y se encontraba ahora sacando la cal y la arena con sus propias manos. Cuando la zona de la casa había sido construida con arena, era mucho más fácil cavar, pero la cal le complicaba las cosas porque estaba más dura. Pero de a poco iba avanzando.

La situación en la que Jack se había envuelto para terminar teniendo propiedad de aquel rubí era un poco complicada y engorrosa, el tema era que lo tenía en su poder. Era lo suficiente inteligente como para saber que no lo podía vender ni tener en un lugar visible, levantaría demasiadas sospechas y seguro terminaría en prisión o peor. Así que la idea de darle un corazón de piedra preciosa a su casa no le parecía una mala idea. Enterrarlo allí, y que quede al azar la suerte de quien lo pudiera encontrar en un futuro.

¡Lo que decía el diario era cierto! Quien había construido esa casa siglos atrás había enterrado allí un rubí. Aquella joya quedaría perfecta para el anillo de Gloria y tenía una historia increíble. Junto con los pocos restos de lo que quedaba de la casa Alfredo se sentó en el suelo y se limpió el sudor emocionado. Había sido complicado, una de cal y una de arena, pero había logrado hacerse con el rubí.

La casa estaba pronta. Jack miró su obra emocionado. Estaba claro que la casa no era perfecta, había utilizado una proporción de una de cal y una de arena, pero sabía que estaba hecha con amor, tenía un corazón de rubí y seguro que allí sería muy feliz con su amada Mariane.

Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s