La cola de Margot -parte 1

¡ADVERTENCIA! Este cuento es la continuación de otro. Sugerimos comenzar la lectura por el Capítulo I:Arpías

La casera de Freaks dormía tranquilamente. Soñaba con un mar inmenso, con olor a agua salada y el romper de las olas. Fantaseaba entre sueños con el que había sido su primer hogar y al que había momentos en los que aún deseaba volver, a su casa, a la serenidad eterna del océano.

El despertar de Manuel aquel día fue abrupto. Algo estaba fuera de lugar, se lo decía su instinto canino. Una extraña humedad llenaba el aire. Saltó de la cama con los ojos cerrados todavía, se calzó unos vaqueros gastados y con el torso al descubierto salió al corredor a averiguar de dónde provenía aquel olor a agua.

El fino oído de María Paula escuchó un sonido raro. Fue una especie de explosión muy sutil que retumbó en su cabeza y fue continuada por lo que ella percibió como un insistente goteo. Desde el sillón donde leía una revista de modas miró a Mariana que preparaba algo en la cocina que estaba sólo separada por una barra y a Magu, que se pintaba las uñas del pie a su lado. La expresión que vio en el rostro de sus hermanas le dio a entender que no estaba sola y que ellas también habían sentido algo.

Los insistentes golpes en la puerta casi hacen que Clara se tire el café caliente sobre su pijama que se proponía a beber sentada delante de la mesa de la cocina. Rafael que cortaba fruta sobre la mesada la miró sorprendido. Clara se encogió de hombros, dándole a entender que ella tampoco tenía idea de quién era, y se levantó a abrir la puerta.

-Algo raro está pasando, mi olfato me lo dice –dijo Manuel entrando como un torbellino en la casa de Clara –Tenemos que averiguar que es. Hola Rafael –al observar al modisto se dibujó en su cara una mueca de entre sorpresa y satisfacción.

-Hola Manuel, ¿por qué no te sentás, tomamos un café y nos explicás bien qué es lo que está pasando? –Rafael se sentó en una silla junto a Clara, que había regresado a tomar su café, mientras apoyaba la fruta sobre la mesa.

-No hay tiempo, vamos, algo se está inundando –insistió Manuel tirando de ellos. Resignados, Clara y Rafael, dejaron su desayuno como estaba y salieron al patio interno.

-¿Ustedes también sintieron algo? –preguntó Manuel a las hermanas cachondas que ya estaban allí abajo, acompañadas de Bruno y Gastón.

-Sí, no tenemos muy claro qué, pero todos tenemos la sensación de que algo está pasando –dijo Gastón.

-Yo no siento nada –dijo Clara que miró a Rafael que estaba tan perplejo como ella.

-¿Qué es todo este griterío? –preguntó Sandra saliendo de su casa -¿Qué está pasando?

-Algo ocurre dentro del apartamento de Margot –dijo Manuel sobresaltado –No me gusta el agua. Algo se está mojando mucho en su apartamento.

-¿Cómo sabés que es en el apartamento de ella? –preguntó Mariana extrañada mirando a Manuel con curiosidad –Nosotras sentimos un ruido, pero no tenemos claro de que venía.

-¿Qué onda Manuel con su súper olfato? –le susurró Rafael a Clara que puso cara de no saber nada igual que él.

-Tenemos que entrar en su casa, hay que rescatarla, se puede estar ahogando –Manuel iba de un lado para otro, intentando convencer al resto de los vecinos.

-Pero Manu, ¿cómo se va a estar ahogando? –preguntó Clara, siguiendo a su amigo que se dirigía al corredor que conectaba con la casa de Margot –Seguro que salió, dejó alguna canilla abierta y se le desbordó.

La teoría de Clara podía tener mucho sentido para ella, Rafael y Sandra. Pero el resto era consciente de que no era cierta. Todos podían sentir la presencia de Margot dentro de la casa, con mayor o menor precisión. Manuel era el único que sabía que la cacera estaba inconsciente, pero no durmiendo, sino que algo no estaba bien con ella.

-Hay que tirar la puerta abajo –dijo Manuel avanzando con decisión.

-¡Estás loco Manuel! –dijo Rafael deteniéndolo –Entiendo que si algo en tu instinto te dice que Margot está mal busquemos una solución, pero no es la forma.

-Es mucho más que mi instinto Rafa, sabemos que Margot está en peligro –dijo Manuel mirando a los otros, que aunque no tenían muy claro cómo, sabían igual que él que algo malo estaba pasando. Sandra abandonó el hall en aquel momento –Aunque es evidente que a alguno de nosotros no nos importa.

-Claro que nos importa Manu, pero ¿por qué por lo menos antes no intentamos llamarla al celular? –dijo Clara mirando a Mariana que tenía su teléfono en la mano –Sí lo escuchamos sonar adentro, ahí volvemos a replantearnos la situación.

-Es una idea razonable –Mariana ya había empezado a marcar y después de unos segundos de silencio, mientras todos escuchaban expectantes se oyó el característico sonido del timbre del teléfono de Margot.

-Está adentro, no hay más nada que hablar –dijo Manuel amenazando con romper la puerta a la fuerza.

-Te vas a lastimar Manu, busquemos una manera menos bruta –dijo Mariana tomando a su vecino por el brazo.

-Hay otro modo, bestia salvaje –dijo Sandra que volvía acompañada de Sebastián –Él tiene una llaves de la casa de Margot.

-¡Eh! ¿Por qué él y no nosotros? –dijo Gastón indignado.

-Creo que lo considera un poco más responsable que ustedes –Sandra miró desafiante al vampiro.

-¿Qué está pasando acá? –Rodrigo llegó de la calle, era evidente que volvía de una salida nocturna -¿Quedaron para desayunar y nadie me invitó?

-Muchachos, si creen que Margot está en peligro, deberíamos apurarnos –dijo Sebastián ignorando a Rodrigo y abriendo la puerta del apartamento de la casera.

Continuará…

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